miércoles, 19 de agosto de 2009

Tres caminos, la misma suerte

Uno

7:33 AM: Hoy es el día. Siento esa necesidad imperiosa de terminar todo este maldito trabajo de una buena vez. Cada vez que pienso en todo lo que tuve que soportar para poder llegar a este momento, me invade una sensación de cansancio en el alma, que no creo poder aguantar más. Si hoy no logro cumplir con mi cometido, creo ya no poder hacerlo.

Dos

6:15 AM: Todo está en orden, por suerte, pero sé que no me puedo descuidar. Aquí las mañanas son muy mentirosas, igual que las personas que ocupan este lugar. Ser un agente infiltrado, con la mentira como disfraz cotidiano, es una tarea difícil, y más aún, llevar esta gran responsabilidad. Pero sé que a este maldito lo voy a atrapar con las manos en la masa. Sólo no debo descuidar mi papel de jefe de mantenimiento, y el resto es pan comido. Apenas vea alguna actitud que me haga sospechar de estar intentando llevar a cabo el atentado, lo reduzco y lo apreso en el nombre de la CIA, y me retiro a mi merecido descanso.

Tres

8:00 AM: Puntual como siempre. Eso es algo que debo agradecerle a mis padres, que forjaron en mí una cálida afición por el reloj. Lamentablemente no sucedió lo mismo con el don de la lavandería, que hace que mi guardapolvo cada semana acumule alguna mancha nueva, imborrable, que va a parar junto a alguna otra, y a muchas anécdotas diferentes a las que representan. Espero que sea un día tranquilo, y poder revisar a mis pacientes sin ningún inconveniente, y no como ayer, que por momentos, sentía que todo se me iba sin control de las manos. Al menos no han venido corriendo las enfermeras con alguna que otra complicación, lo cual ya es más que suficiente… pero acá nunca se sabe. Creo que es lo que me hizo ser lo que hoy soy, y me siento feliz con ello.

Dos

7:55 AM: He terminado con mis obligaciones inventadas. Todo brilla y huele a limpio. Cuando lleguen los médicos, se maravillarán del deber cumplido, y yo sentiré nuevamente la dicha de saber que mi trabajo está a salvo. Acá todo es falso, y eso incluye mi tarea y mi disposición a estar siempre atento a cada cosa que pueda ocurrir. Debo reconocer que es bastante agotador estar vigilándolo constantemente, y mantener mi fachada intacta, pero es algo que minuto a minuto me pone a prueba, y hasta ahora no he fallado. Y sé que hoy se levantó más temprano de lo normal. Debo estar con los ojos muy abiertos.

Uno

8:10 AM: Finalmente llegaron todos a ocupar sus puestos y eso me tranquiliza un poco. Otro día más, otra vez la misma rutina. Me agrada saber que ni se imaginan lo que hoy va a suceder en este puto lugar. Si todo sale tal cual lo planeado, para la tarde, de esto sólo quedarán ruinas, y yo habré cumplido con mi cometido. Eso es lo que me motiva y hace que no baje los brazos, pero no debo distraerme. El destino ya está escrito para estas personas, y agradezco ser más frío que el metal, para poder soportar la idea del daño que voy a causar. Estas personas lo merecen. Esta va a ser mi venganza.

Dos

9:11 AM: Parece que José, el guardia, hoy no está de buen humor. El altavoz llamaba furiosamente a mantenimiento pero bajo mil excusas no me dejó llegar a los consultorios. Traté, siempre de la mejor manera, de convencerlo, pero fue en vano. Mejor, porque iba a perderlo de vista y eso no iba a ser conveniente. Hoy siento algo raro, algo que me dice que no debo dejar pasar ni un momento sin seguirlo. Si es necesario, inventaré alguna descompostura, o lo que sea, pero sé que algo va a ocurrir, y yo en estas cosas no fallo.

Tres

9:10 AM: Finalmente pude seguir con mi trabajo, luego de haber discutido cerca de cinco minutos, como todos los días, por culpa de esta puerta que no se deja abrir. Me dijeron, como siempre, que ya están notificados y van a enviar al personal a repararla, pero sé que son promesas vacías, que día a día se van acumulando y cada vez me irritan más. El café lentamente va enfriando mi sangre, llevándose consigo el enojo y la posibilidad de atender al próximo paciente. Necesito llegar al baño urgente.

Uno

9:12 AM: Ahí está él. Cree que no sé que me está mirando, mientras finge hablar con el guardia. Espero no tener que tomar medidas que puedan poner en peligro mi plan. Voy a dedicarle un minuto en mis pensamientos, en el momento que todo esto explote, y sé que lo voy a disfrutar. Ha sido muy difícil pasar inadvertido durante todo este tiempo, y sé que no lo he logrado del todo, porque presiento que él algo sabe. Por suerte está todo tan bien pensado, que ni siquiera en sus más remotas pesadillas debe imaginarse lo que va a suceder. Mientras trato de alejarme de su mirada, casi no puedo evitar al doctor, que ni siquiera me debe haber visto de lo apurado que iba. Debe tener alguna urgencia. Él es el único que me da un poco de lástima, o algún sentimiento parecido a la misma, porque siempre fue muy cálido conmigo.
Hoy a las cuatro quizás nos encontremos en algún otro lugar, lejos de este mundo.

Dos

11:55 AM: Sin novedades. La comida, igual que siempre, con el mismo gusto a plástico que todos los días. Allí ha estado toda la mañana, con su rol de paciente a cuestas, tan falso como el mío. No le voy a quitar los ojos de encima. Ha estado mirando constantemente el reloj, y eso seguro que no debe ser nada bueno.

Uno

13:30 PM: Prefiero la comida fría, a aguantarme todas esas caras inertes enfrentándome. El sigue allí, simulando templanza, pero lo noto nervioso, y si supiera lo que voy a hacer, tendría motivos más que suficientes. El comedor está vacío. A esta hora los doctores deben estar reunidos en el patio, fumando, o quizás tomando alguna siesta. No puede ir mejor. Salvo por sus ojos, que están clavados en mí.
Tres

14:30 PM: El sueño me invade y he decidido rendirme a él. Hasta ahora fue un día ejemplar, de esos que pocas veces se presentan, pero que le dan a uno las fuerzas para terminar de la mejor manera la jornada. Una hora es todo lo que necesito para estar como nuevo.

Dos

13:45 PM: Por fin decidió moverse de la silla. Ya no sabía con qué excusa quedarme en el comedor, sin levantar sospechas. Voy a intentar seguirlo de lejos, para no delatarme. Cada vez siento algo más extraño en el pecho. Es esa alarma que no me deja distraerme. Yo no me equivoco, y sé que él ya sabe que lo estoy vigilando. Seguro que dentro de un par de horas, en el horario de visita, vendrá su supuesto pariente, y si es lo que vengo sospechando, terminará de ensamblar lo que prefiero no imaginar.

Tres

15:50 PM: Se acerca el momento más pesado del día. Gracias al cielo pude descansar un poco, porque siempre termino muy estresado después de un día de trabajo. Voy a aprovechar a realizar el recorrido antes de que lleguen todas las visitas, que por cierto, bastante nos hacen renegar.

Uno

15:55 PM: Cinco minutos y termina todo. Tengo que tratar de llegar a la sala de espera y simplemente observar como todo esto se esfuma. Voy a intentarlo, pero debo ser cauteloso al salir de esta habitación. Sospecho que él debe estar esperándome.

Dos

15:58 PM: Ahí llegó como siempre su supuesto hermano. De hermano tiene solamente el título, pero sé que comparten mucho más que un simple lazo sanguíneo. Lo observo, tranquilo, irascible. Está esperando que lo atienda, que lo deje entrar. Lleva como siempre en sus manos el falso regalo. Si no soy lo suficientemente rápido, esto puede ser lo último que haga.

Tres

16:00 PM: ¡Será posible que en este lugar nadie pueda trabajar en paz! Los ruidos y gritos provienen de la sala de internación. Algo debe estar pasando allí. Espero que no sea nada grave, o que requiera mi atención inmediata.

Uno

15:57 PM: Bebo y escupo como todos los días los medicamentos que me intentan hacer tragar. Hoy es la última vez que voy a soportar este sabor amargo en la boca. Ya sabrán bien quien soy y por qué hice lo que hice. ¡El mundo se va a enterar de lo que me han hecho! ¡Ya estoy decidido, ya no hay nadie que me detenga! ¡Son solo tres minutos más!

Dos

15:59 PM: Voy a esperar a su salida, y lo atraparé sin darle tiempo a nada. Por suerte el entrenamiento me ha dotado de una rapidez magistral, lo que va a permitirme eliminar el gran peligro que nos acecha. Escucho ruidos. Ya debe estar por salir. ¡Es ahora o nunca!

Uno

15:59 PM: Ahora es el momento. El reloj ya está contando los últimos segundos, antes de marcar el que va a ser el definitivo. ¡Tengo que salir de aquí y llegar a la sala de espera…!

Dos

16:00 PM: ¡Ahí sale el traidor! - ¡Deténgase allí, en el nombre de la CIA!¡Queda arrestado bajo el cargo de terrorismo! ¡Al suelo, al suelo dije! ¿Dónde está el cómplice? ¡Donde está la persona que lo ayudaba a elaborar la bomba!

Uno

16:00 PM: ¡Ah, maldito! – ¡No me vas a agarrar así tan fácil! – ¡Debo llegar como sea a la sala de espera! ¡No puede ser! ¡El hijo de puta tenía refuerzos! Tengo que huir. – ¡No, no, suéltenme, ustedes no entienden! ¡Lo hago para liberarlos! ¡Tengo que llegar! ¡Mis ojos, qué le hicieron a mis ojos! ¡Me han drogado! De… debo llegar… no siento mi cuerpo… no puedo…

Dos

19:02 PM: ¿Dónde estoy? ¡Mis brazos! ¡No puedo moverlos! ¿Qué es todo esto? ¡El hospital… está a salvo! – Hola doctor, ¿me puede contar que es lo que sucedió? ¿Han atrapado al terrorista? Si, si, ya estoy calmado, ahora solo quiero dormir… gracias doctor…

Tres

16:30 PM: Otra vez lo mismo, la misma rutina diaria que se repite… por suerte ya estamos preparados para casos así… ser médico psiquiatra no es fácil, y más con estos pacientes, aferrados tan fuertes a la esquizofrenia como un niño a su juguete… un día más que termina como han terminado todos durante los últimos años… el terrorista atrapado por el agente encubierto… y los dos reducidos y sedados en sus habitaciones… a veces siento lástima por ellos, tan solos y olvidados, viviendo en un mundo de fantasía, tan lejos de la realidad… y esto es lo que hace que siga con mi trabajo… mi afán por ayudarlos, por traerlos a la realidad…
Queda poco, terminaré mi ronda, controlaré a los pacientes, y de nuevo a la misma ruleta, que gira siempre hacia el mismo lado, encomendada a repetir una y otra vez los mismos números… siempre la misma suerte…

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