martes, 14 de julio de 2009

En el último minuto...

Todavía me acuerdo... ¡Cómo estaba jugando! Ni yo lo podía creer. Había hecho dos goles, y estaba convencido de que el partido se iba a cerrar así. Era un pálpito, de esos que muy pocas veces sentís, pero vienen con la certeza de que algo grande iba a pasar...
El primer gol había llegado casi sorpresivamente, sin buscarlo... el defensor quiso salir por la izquierda con un enganche hacia la línea, y con un rápido robo, volvíamos a tener la pelota en nuestro poder... de ahí al gol solo pasaron 3 segundos, lo que demoró en llegar la pelota al área. Cabeza y adentro.
Era la final del campeonato, estábamos arriba y sabíamos que se nos iban a venir al humo. Había que prepararse, y por sobre todas las cosas, no descuidarse ni siquiera un segundo.
Logramos mantener la mínima diferencia por algunos minutos, pero ya no estábamos buscando aumentar el marcador, sino evitar la caída del nuestro, y éramos conscientes de que debíamos salir... de alguna u otra manera nos iban a terminar empatando, sobre todo porque los últimos dos tiros que nos habían hecho, habían rozado los palos.
Finalmente, después de una excelente jugada de uno de nuestros mejores delanteros, y que terminó por casualidad en las manos el arquero, llegó el tan temido empate. Habíamos ido todos, dejando sólo tres defensores para la contra, y ésta fue letal. Saque al centro, tres pases y una corrida interminable que terminó inflando nuestra red.
A sacar del medio. El partido comenzaba otra vez.
Ya en la mitad del segundo tiempo, las sensaciones se mezclaban invariablemente... la final parecía quedarnos grande... inmerecedores de la misma. Hasta que el cinco, que había hecho el partido de su vida, largó un pase entre líneas que pareció calculado con un milímetro... yo había corrido por inercia y me encontré con la pelota en los pies... el dos me salió pero ya lo había visto varias veces cerrar con el primer amague, así que la pisé y encaré al medio... quedó regalado y si me tocaba era penal... el seis, en una carrera desesperada intentó tapar el disparo, pero cuando llegó, la pelota ya estaba en el aire, dirigiéndose al ángulo mas lejano del arquero, que solo atino a mirar...
Ya está, tenemos que ganar, era la señal, el pálpito...
No fue así. En un descuido, teníamos cuatro de los atacantes toqueteando la pelota en la puerta del área, con lo que eso implicaba... y una gambeta furtiva, se llevó con el pitazo del penal, nuestra efímera alegría. Y se llevó un jugador al vestuario.
Silbato, gol. De nuevo a sacar del medio.
Así se fue el partido, y se venía el alargue... ya no teníamos cambios, y mucho menos, fuerzas... había hambre de levantar esa copa, y era lo que hacía que todavía moviéramos las piernas...
Lo pudimos haber terminado, pero esta vez los palos nos fueron esquivos...
De alguna manera tenía que entrar... los nervios dominaban todo... otro robo de un compañero nuestro, otro centro que veía venir a mi cabeza... tenía que hacerlo... si entraba ya estaba... pero el arquero extendió ese guante que pareció elástico y evitó, abortó, extinguió, el grito que exigía salir... y mucho más, porque de nuevo, llego otra contra mortal. Nuestros defensas sólo atinaron a mirar el número del delantero, mientras el arquero intentó, sin resultado, detener la pelota que entró picando suavecito al lado del palo derecho...
Y así nos quedamos afuera... así vi como casi 3 horas se iban totalmente en vano...
Caliente como nunca, apagué la play y me fui a cocinar... ya van a ver esos brasileros...

1 comentario:

  1. jajaja genial nico..me hizo acordar a la frustracion compartida despues de 14...siiii 14 chotos partidos con los checos para quedar afuera con un empate en el ultimo minuto del ultimo partido.....ya van a ver esos albaneses

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